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Harry Potter y el prisionero de Azkaban Harry está deseando que termine el verano para comenzar un nuevo curso en Hogwarts, y abandonar lo antes posible la casa de sus despreciables tíos, los Dursley. Lo que desconoce Harry es que va a tener que abandonar Privet Drive antes de tiempo e inesperadamente después de convertir a su tía Marge en un globo gigante. Un autobús noctámbulo, y encantado por supuesto, le llevará a la taberna El Caldero Chorreante, donde le espera nada menos que Cornelius Fudge, el Ministro de Magia.
La noche que salvamos a mamá Durante una fiesta de pijamas con sus mejores amigos, dos hermanos descubren que su madre, Margot (Malin Akerman), no es lo que parece. Ahora es un ama de casa normal y corriente, pero fue una ladrona de guante blanco que se acogió al programa de protección de testigos. Cuando ella y el padre de los niños (Ken Marino) desaparecen, obligados a dar un último golpe con el ex novio de Margot (Joe Manganiello), los hermanos deciden formar un grupo para rescatarla a lo largo de una noche repleta de acción. La noche que salvamos a mamá Critica *La familia Finch Una noche de locos empieza como una canónica película para pubescentes en trance de asistir al instituto. Niño bocazas, hermana estudiosa, invitaciones a fiestas y vergonzantes vídeos virales. De paso también conocemos a la familia Finch. El niño bocazas es Kevin Finch (Maxwell Simkins) y la hermana estudiosa es Clancy (Sadie Stanley). Sus padres son Ron y Margot Finch (Ken Marino y Malin Akerman). Kevin es un poco desastre y Clancy es vista con desdén por las chicas populares de la clase. Nada nuevo bajo el sol; todo parece surgido de cualquier lugar del Disney Channel. Como no podía ser de otra forma, las relaciones con los padres son bastante mejorables. Margot protege con demasiado esmero a sus hijos (sobre todo a Clancy) y Ron es un padre excéntricamente alegre. Kevin y Clancy ven a sus padres como unas personas prosaicas, sin ningún encanto particular. No obstante, se avecina una peripecia que mostrará algunas facetas que, de algún modo, todos tienen ocultas. Algo se barrunta ya desde el inicio de lo que será Una noche de locos. Niños traviesos pretendidamente adorables y rebeldía adolescente corriente y moliente. De guarnición, una ráfaga de chistes casi a ritmo de sitcom, de los cuales no muchos dan en el blanco. *La doble vida de mamá Llega un momento en que Una noche de locos cambia de tercio. Todo parece, dentro de lo que cabe, de lo más normal. Un amigo de Kevin, Lewis (Lucas Jaye), viene a casa de los Finch a dormir, mientras Clancy medita un plan para escaparse a una fiesta sin que sus padres se enteren. El thriller enseña la patita cuando los padres, esto es Margot y Ron, son secuestrados. Poco a poco se descubre que en realidad Margot tuvo un pasado como ladrona de alto standing y que cuando se casó estaba en un programa de protección de testigos. Grosso modo tanto los hijos de Margot, que por cierto se llama realmente Mathilde, como su marido han vivido una farsa a su lado. Pero eso es lo de menos. Ahora Kevin y Clancy, a pesar de sus cortas edades, están ocupados trazando un plan para localizar y rescatar a sus padres. A la fiesta se unen el mencionado Lewis y también Mim (Cree Cicchino), una amiga de Clancy. *Jóvenes y veteranos Una noche de locos, en realidad se bifurca en dos historias. Ambas compiten en cuanto a cantidad de disparates. De un lado se revela que Margot ha sido reclutada, a la fuerza, para dar un gran golpe, lo que hará que se encuentre con Leo, un antiguo socio (Joe Manganiello). De convidado de piedra arrastran al pobre Ron, cuya persistente torpeza será la principal fuente de humor (o algo parecido). La otra historia es la juvenil. Cuatro adolescentes, dos de ellos casi ni llegan a esa edad, sorteando una especie de gynkama de pistas que previsiblemente los llevarán hasta sus padres. Esta parte en realidad se basa en muchos antecedentes, y muchos trucos ya vistos. Hay un aire a lo Chris Columbus (guionista de Los Goonies y director de Aventuras en la gran Ciudad o Solo en casa). Es decir, niños y jóvenes enfrentándose a un peligro que por edad les sobrepasa enormemente, pero que sin embargo superan mientras hacen todo tipo de monerías. En el caso de Una noche de locos, a veces ridículas, a veces medianamente graciosas. Como se venía anunciando, también recuerda a las películas de Spy kids. Huelga decir que el resultado no llega a acercarse a sus modelos. En ambas historias los principales polos de hilaridad son los más histriónicos. Si miramos la trama de adultos es Ron quien mueve a risa, y para ello Ken Marino pone todo tipo de caras raras, dice frase «graciosas», y arrasa con su torpeza. En la parte juvenil es el pequeño Kevin, (Maxwell Simkins), quien lleva la voz cantante en cuanto a comicidad, a base de ciertas picardías pueriles y trastadas varias. *Un poco de acción Una noche de locos incluye una pizca de acción y thriller. Sin mucha intensidad, ni mucha pericia, pero al fin y al cabo hay un robo de por medio y es indispensable que haya algo de movimiento. La mayoría de la veces es pura rutina pero, de forma inadvertida, hay pasajes en que Una noche de locos resulta en que resulta eventualmente entretenida. Al menos el ritmo no flaquea, lo que fluctúa es el acierto de los gags, a veces cansinos, a veces repetitivos. Malin Akerman y Joe Manganiello son los que llevan la voz dominante en la parte de acción. Quien tuvo, retuvo, y ellos fueron dos profesionales del latrocinio con sobrada formación. Akerman está más convincente en esta tarea, y aunque se la ve un poco despistada, no alcanza la desidia que a veces roza Manganiello. Tampoco es que se profundice mucho en esta tendencia, si acaso un par de coreografías sin mucha complicación y poco más. Trish Sie hace lo que puede en las labores de dirección. El estilo está cercano, en sus momento más movidos, al videoclip (tiene experiencia, de hecho, en esas lides), y la principal labor de Sie es mantener ritmo y poner un poco de orden en un guion delirante incluso para los cánones del género. No se puede destacar nada en exceso, salvo la relativa fluidez de la película. Todo parece genérico, como resultado de un algoritmo para encontrar un público apropiado e incrementar los visionados del target concreto. *Conclusiones Una noche de locos parece más un movimiento estratégico de Netflix para alcanzar un nicho objetivo de público, que una película de cierta significación. Se trata de captar a padres e hijos y reunirlos alrededor del género familiar. Pero como en cualquier género, no se puede vivir solo a base de banalidades. La falta de aspiraciones no redime a la película de la falta de encanto. Aun así, justo es reconocer que a ratos es extrañamente entretenida.
La desconfianza y sus diferentes ideales hacen mella en el vínculo entre Malcolm X y Muhammad Ali, que empezó con un encuentro fortuito y acabó con una trágica disputa.
De nuevo otra vez Romina vuelve a la casa familiar, después de haber sido madre. Provisoriamente alejada de su novio, el padre de Ramón, se refugia en la casa de su madre Mónica, incapaz de tomar una decisión respecto de su pareja. Allí se ve sumergida en la temporalidad de su madre, de ella como hija, e intenta dilucidar qué desea. De visita en Buenos Aires, Romina da clases de alemán, intenta retomar su vida de soltera, salir de noche, conectarse con quien era antes de ser madre. Quiere saber cómo era antes de la experiencia del avasallante amor a su hijo. Necesita comprender quién es, retornando a sus orígenes y reconstruyendo algo de la historia familiar. De nuevo otra vez Critica Escritora, actriz y dramaturga. A sus muchas facetas como artista, Romina Paula añade a su amplio currículum el de directora con ‘De nuevo otra vez’. Escribe, protagoniza y dirige un retrato intimista, de dudas existenciales para una mujer, que viaja con su hijo de tres años a Buenos Aires. Hospedada en casa de su madre, precisa de la distancia física y emocional respecto a su pareja. Al personaje que interpreta le da su propio nombre, Romina. Su madre e hijo en la cinta lo son también en la realidad, reforzando el carácter autobiográfico de la película. Queda la obra impregnada por la estética teatral de la que su autora es exponente. Se manifiesta en monólogos en los que se interroga sobre su vida, mientras muestra fotografías de un pasado al que recurre con añoranza, desnudándose frente al espectador. Su familia es de origen germano. Llegaron a Argentina tras la I Guerra Mundial. A sus hijos les han educado en alemán, intenso recuerdo de una patria lejana, que hace buenas aquellas palabras de Unamuno: ”La sangre de mi espíritu es mi lengua, y mi patria es allí donde resuene soberano su verbo”. Teniendo el apoyo incondicional de su madre, el proceso de redescubrimiento personal se efectuará consigo misma, tendrá tiempo y espacio para explayarse. Una inmersión en la que la maternidad, el amor absorvente hacia su hijo y la zozobra sexual son expuestos con franqueza. Y se abren paso las diferentes interpretaciones a las que ‘De nuevo otra vez’ da lugar. Inmadurez, frustración, rutina, confusión, todo un lunch de sin sabores que Romina Paula ejecuta con una brevedad que no anda reñida con la vehemencia. La crítica política ocupa su lugar en ese judío al que le da clases de alemán. Desea viajar a Berlín. Visitar los lugares dónde una vez, antes de la barbarie, fueron ciudadanos. Otro que necesita reencontrar su identidad. No es fácil
Amor de Calendario Sloane (Roberts) y Jackson (Bracey) odian las vacaciones, porque les obliga a pasar tiempo con sus respectivas familias y a tener que participar en comidas a las que no les apetece ir. Cuando ambos se conocen, deciden hacer todo lo posible por disfrutar de su tiempo libre de cualquier otra manera. Amor de Calendario Critica Creo que Netflix ha recuperado el espíritu de la comedia romántica de los años 90s, todos los ingredientes están en esta película, que estoy seguro podría atrapar a los nostálgicos de éste género. También entiendo a las críticas de gente que no le pueda gustar, ¿porqué? fácil, "Amor de calendario" tiene un guión bastante previsible, y no va más allá de entretener y que sueltes alguna sonrisa, pero está claro que no es una película memorable o para ver en repetidas veces. Pero la película cumple su cometido, se pasa un buen rato, tienes buenas escenas bastánte disparatadas, además de que los personajes son bastante simpáticos y carismáticos en su papel. Emma Roberts tiene buenos puntos interpretativos, y la química con Luke Bracey se palpa tras la pantalla. Película no demasiado profunda, pero que habla sobre los solteros que tienen la necesidad (o sus familiares) de rellenar las ceremonias festivas con un/a acompañante. La soledad siempre estará ahí, y cada uno es libre de comprometerse o no con su pareja de ceremonias, en esta película veremos más allá de los protagonistas que se puede llegar a otro tipo de conclusiones con la gente que convivimos alrededor como hermanos, padres, etc.. y todo esto se refleja en "Amor de Calendario." Lo mejor: Algunos gags cómicos dónde aparecen sus protagonistas, la verdad es que resultaron bastante graciosos. Lo peor: Es muy previsible, y la duración podría haberse reducido fácilmente. Es para ver una vez y ya, pero a pesar de esto Netflix cumple con su cometido de entretener.
Teléfono negro En una ciudad de Colorado, en los años 70, un enmascarado secuestra a Finney Shaw, un chico tímido e inteligente de 13 años, y le encierra en un sótano insonorizado donde de nada sirven sus gritos. Cuando un teléfono roto y sin conexión empieza a sonar, Finney descubre que a través de él puede oír las voces de las anteriores víctimas, las cuales están decididas a impedir que Finney acabe igual que ellas.